Alberto Garrido era un niño con sobrepeso e introvertido. Como todos los niños 'diferentes', tuvo que sufrir la crueldad de sus compañeros, que le pegaban y se burlaban de él. Un día, viendo Terminator, pensó que si conseguía el imponente cuerpo del protagonista, aquellos chicos le dejarían en paz. Dicen los sabios que hay que tener cuidado con lo que se desea. Alberto, efectivamente, consiguió lo que anhelaba. U n cuerpo como el de su héroe, plagado de músculos y de grandes venas que recorrían sus bíceps y pectorales. Pero para ello tuvo que pagar un precio muy alto. Demasiado. De ser víctima de bullying, pasó a ser víctima de la vigorexia. Se volvió adicto a los anabolizantes, a la viagra y a las pastillas para dormir. Su cuerpo un día dijo basta, y Alberto casi no lo cuenta. Consiguió desengancharse, pero las cosas tampoco fueron fáciles a partir de ese momento. En el siguiente peldaño vital le esperaban las deudas y la depresión, que desembocarían en varios intentos de suicidio. Esta es la estremecedora historia de mi admirado Alberto Garrido contada por él mismo.