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Aquellos maravillosos aros: 63 grandes del baloncesto de los años 80/90 y sus anécdotas con 63 opiniones invitadas
Aquellos maravillosos aros: 63 grandes del baloncesto de los años 80/90 y sus anécdotas con 63 opiniones invitadas
Aquellos maravillosos aros: 63 grandes del baloncesto de los años 80/90 y sus anécdotas con 63 opiniones invitadas
Libro electrónico290 páginas

Aquellos maravillosos aros: 63 grandes del baloncesto de los años 80/90 y sus anécdotas con 63 opiniones invitadas

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Aquellos maravillosos aros recopila 63 reportajes sobre grandes protagonistas del baloncesto de los años 80 y 90 (ACB, NBA...), publicados en El Correo Gallego, aquí reforzados con contenido inédito. Este libro incluye anécdotas, datos, fotos y una colaboración especial de jugadores, entrenadores, periodistas y aficionados. Juntos reivindicamos el esfuerzo de quienes pusieron los cimientos de los éxitos actuales de nuestro basket. Aquí caben igual Chichi Creus que Fernando Martín, Magic, Epi, Villacampa, Blanca Ares, Nate Davis, Pinone, Berni o Herrreros que Hollis, Jordan, Juane, Trecet, Montes, Lavodrama, Díaz-Miguel, Tonecho, Laso, Galis, Valdemoro, Shaquille, Óscar o Larry Bird…
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento10 feb 2020
ISBN9788417643027
Aquellos maravillosos aros: 63 grandes del baloncesto de los años 80/90 y sus anécdotas con 63 opiniones invitadas

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    Aquellos maravillosos aros - Xabier Sanmartín Cuevas

    castellana.

    1. Nate Davis, el fugaz Jordan del Obradoiro

    1982-83

    Aquí arranca una serie de retratos sobre personas que han hecho grande al baloncesto, como Nate Davis, exjugador del Obradoiro y OAR.

    «Al ver a Nate Davis hacer aquellos mates en el antiguo pabellón de Sar la gente se tiraba literalmente por los suelos de la impresión». Así explica Tonecho Lorenzo, leyenda del Obradoiro, lo que supuso ver en Santiago de Compostela a ese jugador norteamericano, un anotador compulsivo que saltaba como Michael Jordan antes de que Air Jordan pisase la Universidad de Carolina del Norte en 1981. En la del sur, jugó él, Nathaniel Davis, escorpio nacido el 25 de octubre de 1953. Elegante como la seda e igual de liviano en vuelo, Nate llegó a España para jugar como alero, pero por talento y por físico (1,94 metros) también brillaba en la zona. Según me cuentan jugadores de esa época, «en España por entonces muchos pívots de Primera División (la ACB nace en 1983-84) medían dos metros justos».

    Elegido por Chicago Bulls (NBA) en el número 101 del draft de 1977, meses después de quedarse fuera de la NBA, un pionero del scouting, José Antonio Gasca, le llevó al Askatuak (Donostia-San Sebastián) en 1978-79 para cubrir el hueco dejado por Essie Hollis.

    Allí asombró, pero por problemas con la directiva se fue al Miñón Valladolid, rondando a diario los 30 puntos por partido, jugando mucho por encima del aro hasta que la FIBA, inspirada ella, prohibió ese tipo de mates.

    Tras otro vano intento de vivir la NBA, en el verano de 1982, Nate llega al Obradoiro de Primera División para suplir al alero Chuck Verderber, lesionado.

    Juega parte del curso 1982-83 que, a nivel político, llevó al socialista Xerardo Estévez a debutar como alcalde de Santiago en el primer año de gobierno del PSOE en España, después de la dictadura.

    Nate Davis acabó un año después en el OAR Ferrol, donde siguió su rutina de anotar 30 puntos por día, 40 si estaba inspirado. Su paso fugaz por Santiago avivó la pasión por el baloncesto hecho espectáculo, dejando huella aunque quizá no tanto al revés. «Bastante amable es Davis que cuando le preguntan por el Obradoiro no dice nada negativo», cuenta un excompañero suyo diciendo mucho sin decir.

    Asombrando a ratos en un club modesto. Valladolid.

    Tonecho Lorenzo, fue jugador del Obradoiro. Y Emilio Navaza, periodista

    «Nate Davis no estaba en su mejor forma cuando llegó al Obradoiro, pero ver a un jugador así en Sar impresionaba», cuenta Emilio Navaza, periodista jubilado pero activo (Vidaatleticadegalicia.org) y cronista de baloncesto en El Correo Gallego en aquel tiempo de fotografías en blanco y negro. Davis jugó una docena de partidos en el Obra, sin estar al nivel de Valladolid, pero asombrando a ratos en un club donde también jugaban Ribera, Aldrey, Modrego, Balagué, Lomas, Tonecho, Pérez, Amón, Pages, Corts y Abalde con Lazić entrenando hasta irse por mala salud, dando paso a Pepe Casal. En esa época, aquel Obradoiro, novato en la élite, tocaba el cielo por primera vez, pero las llagas deportivas y económicas provocaron el infierno del descenso.

    Pase extra

    El 28 de diciembre de 1983, Nate Davis anotó 45 puntos para que el OAR Ferrol (con Fede Ramiro, Loureiro, Delgado, Aller, García Fernández, Manuel Álvarez…) ganase 97-91 al CAI Zaragoza.

    2. Oscar Schmidt y sus 49.737 puntos

    1993-94

    El alero brasileño es el jugador que más puntos ha logrado en la historia mundial del baloncesto. Estuvo dos cursos en la ACB (Valladolid).

    Por acierto, facilidad y fe, lo de Oscar Schmidt es para creer que la perfección sí existe. Viéndole jugar en vivo, a unos metros, ante nadie como él… tenías tal sensación de que un balón en su muñeca hacia el aro era canasta segura, o casi segura. Una y otra vez.

    El mánager editorial de la Euroliga, Javier Gancedo, razona aquí por qué el astro brasileño, apodado Mano Santa (Mão Santa) merece tanta reverencia.

    «Pocos saben que Oscar es el máximo anotador de la historia del baloncesto, que superó los mil puntos en los Juegos Olímpicos».

    Oscar Daniel Bezerra Schmidt, acuario, es un mito por su clase y por anotar 49.737 puntos, siendo el número uno en los Juegos Olímpicos con 1.093 puntos en treinta y tres partidos partidos.

    «Oscar, sencillamente, es uno de los mejores tiradores de la historia. Logró que Brasil fuera el primer equipo en ganar a EE. UU. en suelo estadounidense, en los Panamericanos de 1987», añade Gancedo.

    En Seúl (1988), le hizo 55 puntos a España y hay quien dice que Epi, su defensor ese día, se dio a la noche un atracón de Nocilla para endulzar el amargo récord olímpico.

    Tras trece años como profesional rompiendo marcas anotadoras en Brasil e Italia (once años), Oscar jugó en la ACB las ligas 1993-94 y 1994-95 con el Fórum Valladolid.

    Nacido en Río Grande del Norte (Brasil) el 16 de febrero de 1958, brilló aquí ya con treinta y cinco años. Se movía algo más lento de lo habitual, pero igual de eficaz en ataque, con más puntos en las manos que granos de arena en la playa de Copacabana.

    Elegido en el puesto 131 del draft de 1984 (New Jersey Nets), rehuyó la NBA porque irse suponía entonces sufrir el veto en la selección de tu país, algo irrenunciable para él.

    Meses antes de ver cantar a Sting en el estadio de San Lázaro (Santiago de Compostela), contemplé a Oscar in situ con Brasil en Barcelona 92.

    Yendo de amarillo ponía en juego tal garra y liderazgo que sus compañeros mejoraban hasta niveles de ensueño. Anotando sin apenas saltar, sus 2,05 metros le ahorraban energía al ser más alto que casi todos sus defensores, y su cuerpo de armario le ayudaba a crear espacio. De cerca, asombraba. Tenía puntería de killer.

    En el curso 1993-94 compartió el vestuario del Fórum con Fede Ramiro, Lalo García, Bustos y Julián Ortiz, con Moncho Monsalve de entrenador y Samu Puente de ayudante. Fue el máximo anotador de esa ACB con 33,2 puntos de promedio pese a tener casi treinta y seis años. En 2003, jugando en el Flamingo de su tierra, dijo adiós a los aros y hoy, con más de sesenta santos años, cumple más de un lustro de lucha contra el cáncer, otro ejemplo de su fe y garra longeva.

    Su debut en la NBA y el apoyo de Larry Bird. Enfermedad.

    Javier Gancedo, Manager Editorial de la Euroliga

    «Si tienen la oportunidad, no se pierdan el discurso de entrada de Oscar Schmidt en el Salón de la Fama del Baloncesto en EE. UU. (Hall of Fame) en 2013, a la altura de su legendaria carrera». Así resume Javier Gancedo una de las noches más importantes del alero brasileño cuando empezaba su pulso contra el cáncer. Fue presentado allí por Larry Bird, uno de los pocos aleros anotadores de los años 80-90 a la altura de Mão Santa. Oscar debutó en la NBA tarde y a su manera, fue en el Partido de las Leyendas de 2017, clavando en el cesto el primer balón que le llegó a lo alto de la bombilla, anotando con la facilidad de quien parpadea… y los aplausos aún resuenan en todo Brasil.

    Pase extra

    Oscar rechazó una oferta de la NBA para tomar parte en su concurso de triples.

    3. Dražen Petrović: único, ángel y diablo

    1988-89

    El mito croata se midió a lo mejor de la ACB. Ganó una Copa del Rey en Galicia con el Real Madrid antes de irse a la NBA.

    «Dražen Petrović fue el responsable de que el baloncesto dejara de gustarme… para empezar a apasionarme». Así de gráfico es Mozan, José Ángel Rivera, entrenador compostelano de verbo fácil, y más hablando del alero croata que dominó Europa de 1984 a 1988 con la Cibona de Zagreb.

    Nadie como Petrović ha encarnado en el baloncesto europeo tal híbrido entre ángel y diablo.

    En Yugoslavia y Croacia (país desde 1991), tenía rango de niño-dios, de genio de rizos traviesos y voraz afán competitivo, pero sus rivales sufrían tales mofas e insultos que odiarle (casi) era rutina. Alero de 1,94 metros, libra del 22 de octubre (Sibenik, 1964), a Dražen le costaba entender que el talento no da derecho a escupirle al mundo.

    Eso sí, compañeros y amigos suyos aún relatan maravillas de la persona oculta tras aquel jugador adicto a los entrenamientos.

    «La leyenda sobre él como un tenaz trabajador que cada día quería más y más, esa mentalidad es lo me conquistó», destaca Mozan.

    Elegido Mejor Jugador Yugoslavo del Año cuatro veces entre 1983 y 1987, cuando llegó a España hice dos horas de cola para verle jugar en un Caja Bilbao-Real Madrid, donde metió 42 puntos bajo un clima tenso al medirse a Juanma Iturriaga, que acabó la carrera en su Bilbao natal sin llegar a compartir vestuario merengue con quien tantas veces se había burlado de él, del Madrid y de su afición durante tensos duelos en Copa de Europa.

    El Dražen ya atemperado mantenía su don de provocar faltas que alargaban su aura ofensiva. De esa etapa pervivía su récord de tiros libres anotados (14) en un partido de Copa del Rey (1988-89) hasta que Tornike Shengelia (Kirolbet Baskonia) metió 15 en la de 2017/18, pero su mayor hito blanco llegó en la final de la Recopa de 1989, en un Madrid-Snaidero Caserta donde él anotó 62 puntos y Oscar Schmidt 44.

    Antes ganó la Copa celebrada en A Coruña, en un curso 1988-89 donde jugó en Ferrol con dos ex del Obradoiro: el coruñés Miguel Juane (director general del Obra en 2009) y el santiagués Ricardo Aldrey, parte de un Clesa Ferrol 81-R.M. 86, duelo que también disputaron Aller, Schlegel, Loureiro y Lavodrama.

    No consiguió el título de esa ACB de 1989, en días donde los veinteañeros de Santiago tenían como paraíso nocturno la discoteca Clangor, en Madrid bares como El Penta y en Vitoria-Gasteiz discotecas como El Elefante Blanco. En 47 partidos, Dražen anotó el 60 % de los tiros de dos puntos, el 47 % en triples y el 87 % en libres, sumando cuatro rebotes y cuatro asistencias. De Madrid voló a la NBA. Dos malos años en Portland y tres buenos en los Nets (el último promediando 22 puntos) precedieron al accidente de 1993 que segó su sueño de ser All Star. Ángel, demonio, único…

    Los 62 puntos para ganar la Recopa de Europa. Imborrable.

    Mozan, entrenador

    Mozan da esta fotografía: «Admiro a Dražen Petrović por su técnica envidiable y por su mentalidad y carácter en la pista, pese a ser yo un recalcitrante madridista… En la memoria de todos habrá un sinfín de momentos imborrables, seré poco original y me quedaré con aquel partido de la final de una Recopa entre el Real Madrid y el Snaidero Caserta donde él y Oscar Smith mantuvieron un duelo de alturas inimaginables. Petrović metió 62 puntos. Creo que ese día todos le perdonamos, entre comillas, pese a hacer de un maravilloso deporte de equipo un desfile personal de clase, talento y mentalidad. Y seguro que Fernando Martín también te lo habrá sabido perdonar».

    Pase extra

    Un joven Petrović fue entrenado durante cuatro años por Moka Slavnic, mítico base de la Yugoslavia de los años setenta.

    4. Magic Johnson, cada pase una sonrisa

    1991-92

    Mito de los Lakers, reinó en los 80 y se retiró en 1991 al sufrir sida. Fue el primero en ser llamado para el Dream Team de Barcelona 92.

    «La vida es magia. O por lo menos, la magia puede hacer que tengas más ganas de vida. Y esto se puede aplicar a casi cualquier cosa. Por ejemplo, al baloncesto. Es un deporte que tiene su magia, pero unas dosis extra lo pueden convertir en adicción. Y aparece él, Magic Johnson».

    Así me lo dice Pepo Suevos, actor y cómico de talento, fan del Obradoiro y de Magic. ¿Y quién no?

    Leo nacido el 14 de agosto de 1959, Earvin Johnson Jr. ganó la NBA en 1980, 1982, 1985, 1987 y 1988 con pases a una mano de aro a aro, asistencias picadas en carrera, balones doblados sin mirar. Así, hizo jugar a aquellos Lakers como unos ángeles, creando el showtime, el baloncesto hecho espectáculo, alegría, puntos, ataque, contraataque, sonrisas púrpura y mil triunfos, todos salvo los discutidos por los Celtics de Larry Bird y los Bulls de Jordan (el resto de aquella santa trinidad del aro).

    Y llega un día de 1991, poco después de que Jesús González Margaride ganase la carrera pedestre de Santiago y Hiromi Taniguchi el maratón del Campeonato Mundial de Atletismo de Tokio, en el que descubrimos que al base que repartía sonrisas en vez de asistencias, a ese gigante de 2,04 metros siempre feliz, se le cae el mundo encima, con todo su peso.

    En una multitudinaria rueda de prensa, un día de otoño de 1991, Magic anuncia que tiene sida, un virus que si hoy asusta entonces aterraba, y que se llevó por delante, de cuajo, las noches de glamour con Jack Nicholson aplaudiendo en la banda, Pat Riley gastando toda la gomina del mundo y las Lakers Girls tocando el techo del pabellón en cada salto. Todo eso se apagó.

    La vida, que puede ser maravillosa (Andrés Montes dixit), también muerde a veces. Muchos compañeros de la NBA se negaron a jugar y saludarle. La mezcla de prejuicios, miedo y falta de información alteró el cuento de hadas.

    Atrás quedaba el juego vistoso de unos Lakers que vendieron el baloncesto de la NBA a medio mundo, con las televisiones europeas comprando partidos para estar más cerca de las estrellas.

    Un base tan alto es lento, sí o sí, pero Magic dejó claro que el basket, deporte de equipo, es tan rápido como raudo vuela el balón, como bien redescubrieron los Warriors de Stephen Curry al ganar la NBA en 2015, 2017 y 2018.

    Tras cuatro años retirado, volvió a los Lakers en 1996, regreso fugaz, ramplón, pero… se lo debían. También pasó de forma breve por la liga sueca (compró un club), pero lo que nadie olvida es su juego en Barcelona 92. Fue el primer jugador reclamado para el Dream Team (equipo de ensueño), no podía ser otro.

    Un mito valedor de Kobe y un espectador de fútbol. Dos generaciones.

    Pepo Suevos, humorista

    En la primavera de 2016, Magic hizo de valedor de Kobe Bryant en su adiós al baloncesto frente a los Utah Jazz en el Staples Center, donde el difunto Kobe anotó 60 puntos, muchos pero lejos de los 81 que logró el 22 de enero de 2006 al encabezar la victoria de Los Angeles Lakers ante los Toronto Raptors por 112-104. Dos ídolos, dos eras dispares. Antes de eso, Magic probó que Europa le es bien cercana y en 2012 acudió a un partido de fútbol en el Camp Nou, un FC Barcelona-Real Madrid, rememorando aquella visita madrileña en 2002 invitado para el centenario del club blanco, jugando un amistoso donde asombró antes de ver un Deportivo-Madrid. Y siempre… sonriente. Para Pepo Suevos, actor, se resume así: «Magic Johnson, basta con nombrarlo. Si has visto su showtime, ya caes enamorado del mejor deporte del mundo».

    Pase extra

    Magic ganó a Bird en la final universitaria de 1979, jugada entre Michigan State e Indiana State, que batió récords televisivos de audiencia.

    5. Manel

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