Una imagen vale más que mil palabras. Por muy viejo que sea este adagio, no deja de ser menos cierto. Son muchas las instantáneas que han dejado marca en la historia de la ciencia: la primera radiografía, tomada por Wilhelm Röntgen en 1895; la fotografía de la molécula de ADN obtenida por Rosalind Franklin, que permitió a James Watson y Francis Crick elucidar su estructura de doble hélice; el brainbow de Jean Livet, que en 2007 mostró las vías neuronales que conectaban partes distantes de un cerebro; las trazas que dejaron los productos de colisión en el acelerador LHC de Ginebra y que hicieron posible que los físicos anunciaran triunfantes el descubrimiento de la última partícula que faltaba en el modelo estándar, el bosón de Higgs. Pero hay un tipo muy especial de imagen a la que en raras ocasiones se le ha prestado la atención que merece y cuyo impacto ha sido, la mayoría de las veces, superior al de las convencionales: los diagramas de representación o gráficos. Los hay de muy diversos tipos y con múltiples interpretaciones, aunque todos poseen una característica común: sin ellos el avance en el conocimiento del mundo hubiera sido imposible. Aquí presentamos nuestra selección de aquellos modelos que lo demuestran.
La anatomía humana, según Vesalio
En 1543, el médico belga Andrés Vesalio publicó el libro de anatomía por antonomasia: De humani corporis fabrica libri septem (De la estructura del cuerpo humano en siete libros). Basado en las conferencias que dio en la Universidad de Padua, se trataba de una cuidadosa descripción del interior del cuerpo, su estructura y sus órganos.
En él corregía los errores más graves cometidos por el que era la referencia