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iempre quiso actuar. «Imaginarme con el coraje de subir a un escenario y expresarme era algo que me rondaba la cabeza cada noche antes de dormir», recuerda Gabriela Andrada (Madrid, 1999). Pero la primera vez que lo verbalizó fue con 17 años en el de un centro comercial, mientras miraba universidades de diseño gráfico con su madre. «Empecé a llorar, y cuando por fin le dije: “Es que quiero ser actriz”, se echó a reír. Era lo último que se esperaba. Pero me contestó: “Vale, vamos a pelearlo”». Si algo tenía claro, es que el del espectáculo es un mundo complejo. Crecer viendo