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El imponente Palacio del Parlamento de Bucarest, emblema de la megalomanía del dictador Ceaucescu, se erige en la segunda estructura más monumental del mundo tras el imponente complejo del Pentágono. Un coloso que, aunque majestuoso en su grandiosidad arquitectónica, guarda entre sus muros una historia marcada por la ambición desenfrenada de su creador y el sufrimiento de un pueblo.
La génesis de esta titánica construcción se remonta al turbulento año de 1977, cuando un devastador terremoto sacudió los cimientos de Bucarest, brindando a Ceaucescu la oportunidad de dar rienda suelta a su visión de grandeza. Con una ambición desmedida, el líder rumano decidió construir este edificio, para su gloria perpetua, sacrificando sin miramientos zonas históricas, templos venerados, hospitales vitales, fábricas activas y los hogares de más de 40.000 personas.
movilizaron a una fuerza laboral de más de 100.000 trabajadores, quienes, en turnos