Con los recientes avances de la tecnología, la posibilidad de que los robots convivan y desarrollen su actividad entre las personas está cada vez mucho más cerca. No solo se ocupan de muchas de las tareas mecánicas que hasta hace poco eran patrimonio exclusivo de los humanos. En muchos casos, también son capaces de reproducir y copiar nuestro comportamiento.
Pero ¿hasta qué punto? ¿Podrían, por ejemplo, desarrollar algún tipo de trastorno, enfermedad o dependencia? Pensemos en la ludopatía, una enfermedad que se caracteriza por un fracaso crónico y progresivo en resistir los impulsos de jugar apostando dinero. ¿Sería un robot capaz de