a guerra siempre ha sido un negocio donde los países han inyectado dinero de múltiples formas para financiar su causa. La Alemania de Hitler estuvo apoyada en sus inicios por agentes supranacionales de Estados dejan patente que, pese a que las relaciones comerciales con Alemania se consideraban legales, los bancos continuaron financiando sin problemas. Este mecenas contaba con su propia agenda de contactos, entre los que se incluían a General Motors, Kodak, Ford o Texas Company (Texaco). Como presidente de la filial ITT Corporation participó en la adquisición de empresas alemanas. Su relevancia entre los núcleos de poder internacionales contribuyó a que Joachim von Ribbentrop, ministro de Asuntos Exteriores de la Alemania nazi, le encomendase una tarea en 1940: convencer a los empresarios estadounidenses para mantener sus relaciones comerciales si querían repatriar los beneficios desde Alemania, saltándose así los aranceles, y crear un con el objetivo de presionar al Gobierno de Roosevelt para cesar el envío de armamento a los países aliados.
