La Deep Web, la Internet profunda, que se aloja más allá de los motores de búsqueda convencionales, es un lugar extraño que concita lo mejor y lo peor de la condición humana. Allí se entremezclan páginas de compraventa de armas y drogas con repositorios de miles de libros y películas descatalogados y casi inencontrables infumables teorías de la conspiración con valiosísimas filtraciones para los periodistas como las que proceden de Anonymous.
En la Deep Web