iguel Diosdado (Sevilla, 1985) mantiene intacto ese espíritu anárquico de quien, durante la adolescencia, fumaba cigarros a escondidas por las calles del barrio de El Porvenir. Hoy, mucho menos temeroso, dice que cuando pasea por sus calles y da una calada a su pitillo, le gusta imaginar que de cualquier portal saldrá alguno de aquellos amigos cómplices con los que compartía mechero y confidencias bajo las ramas de algún naranjo. El hoy actor confiesa que regresa con frecuencia a su tierra natal para no perder el oremus y que, hace algunos meses, se recluyó en la casa familiar para hacer una puesta a punto culinaria en toda regla y, (TVE), el programa concurso de televisión que lo ha traído hasta estas páginas para jugar a ser el hombre que quiera ser. Afeitado por completo, con barba o con bigote, pero desprovisto de corazas, eso sí. En este reportaje, Miguel se muestra libre de prejuicios y se nos antoja, a su vez, lorquiano. Como en su obra de teatro (la de Federico) Miguel se siente un hombre tan hombre que se desmaya cuando se despiertan los cazadores, que siente un dolor agudo en los dientes cuando alguien quiebra un tallo. Miguel es, además, un gigante tan gigante que sería capaz de bordar una rosa en la uña de un recién nacido.
LAS EDADES DE MIGUEL
Aug 24, 2023
4 minutos
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