Perdónanos, Padre, porque hemos pecado. Como castigo, afrontamos la penitencia de Blasphemous II, una secuela más amplia, mejor diseñada y con un pixel art aún más impresionante.
Nuevamente, estamos ante un juego de acción brutal, exploración y plataformeo, con gráficos pixelados y un estilo y una historia inspirados por la literatura y el arte católicos. Sin embargo, bastan sólo unos segundos a los mandos para darse cuenta de que muchas cosas han cambiado, y prácticamente todas son para bien.
Lo primero que salta a la vista es lo mucho que ha mejoradose vuelve más lineal, llevándonos a visitar y completar una serie de localizaciones en un orden preestablecido, lo cual le resta algunos enteros.