CIUDADANO BOB EVANS
Robert Evans recordaría muchos años después el momento justo en que supo que su mujer, Ali MacGraw, se la estaba la peli que alumbró como jefazo de la Paramount. Mientras bailaba con Ali se dio cuenta de que ella solo podía pensar en McQueen. En honor a la verdad, lo que dijo fue que ella solo podía pensar en el miembro viril de McQueen. Lo contó con todas las letras, con esa gracia y caradura que hizo de Evans una de las personalidades más atractivas del Hollywood de los años 70. Mujeriego, cocainómano y, según algunos, gigoló en sus tiempos mozos, el retrato de una disfrutable aunque edulcorada (y alargada) versión desde la perspectiva del productor Al Ruddy. en papeles secundarios donde despliega su notable talento sin apabullar. Goode, de solapón, americana pata de gallo y gafotas, es una gloriosa decisión de casting que el propio Evans habría aprobado.