“La ciudad de proximidad tiene sentido si se aplica con cabeza”
Recuerdo con nitidez cómo el microbús M2 (ya no existe; cosas de tener cierta edad) paraba en el mismo portal donde vivía. Y cómo, al salir de la parada, vibraban los cristales de la puerta de la terraza que daba a la calle. Una pasada si lo pienso hoy en día, pero en aquella época no tenía mayor importancia escuchar al Vespino de turno, al taxi pasado a gasógeno o a las furgonetas de reparto transitar sin parar a cualquier hora: te hacías al ruido y al olor