La jerarquía católica mexicana y el gobierno de Andrés Manuel López Obrador están enzarzados en una abierta “confrontación” que subió de tono a partir de junio pasado, cuando aquella le pidió al mandatario cambiar su fallida estrategia de seguridad, y ahora –en una nueva escalada-descalifica su reforma electoral por ser “regresiva” y constituir un “agravio” a la democracia.
Lejos de tomar en cuenta las críticas, López Obrador acusa a la Iglesia de ser hipócrita, aliarse con “la oligarquía” y pertenecer a sus enemigos políticos que van “a misa los domingos” y organizan manifestaciones de protesta contra su reforma electoral.
Hasta el momento, a decir de algunos analistas, no hay ninguna acción encaminada a entablar “un diálogo” para acabar con esta andanada de descalificaciones mutuas, más bien prevén que éstas continuarán ya no sólo en el terreno de la seguridad y electoral, sino también en el educativo.
Jesús Arturo Navarro Ramos, investigador del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, asegura enfático: “Actualmente se está dando una confrontación directa entre el episcopado y el gobierno de López Obrador. Hay una posición muy clara de ambas partes en conflicto. La situación está muy polarizada. Hoy estamos viendo la otra cara de la moneda; la de la confrontación directa”.
Navarro Ramos señala que sólo en este 2022 la Conferencia del Episcopado Mexicano