Yo opino
cambia a veces de novia en un pispás, y encima le da tiempo a hacer películas, incluso películas buenas. De modo que es un titán que no para. Ahora anda en amores con una maravillosa de los milagros de la interpretación. Yo un día le pregunté a Mario, en la tele, cómo sacaba tiempo para embelesar a nuestras actrices más gloriosas, y me contestó sin contestar, sólo con la media sonrisa del travieso vocacional. Nos gusta Casas. Él va aguantando su éxito desmedido con media sonrisa de pícaro de gimnasio, en efecto, y simpatías de ir a los estrenos propios como a una boda, donde resulta el novio de foto de todas. Pero las novias propiamente dichas se llaman , , , o. Cada una en su momento, eso sí. Se acabó el galán, que era torero de antaño, o protagonista de peli algo antigua. Se acabó, pero quizá no. Ahí está Mario Casas, que es algo así como un primo de Marlon Brando, un primo lejano que tiene ternura de púgil y es de La Coruña. En fin, campeonísimo.
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