UN RIESGO PARA LA PESCA EN QUINTANA ROO
Hay peces icónicos por su tamaño y atestiguar su presencia en el mar siempre es motivo de emoción. Si son especies de importancia comercial, encontrarlos resulta también un golpe de suerte para los pescadores. La cherna, como se le conoce a la especie Polyprion americanus en el Caribe mexicano, es un ejemplo de ello: un pez grisáceo con sombras marrones, de mandíbula prominente, que llega a alcanzar los dos metros de longitud y puede pesar hasta poco más de 100 kg.
Lamentablemente, “cada vez es más raro verlos”, admite sobre estos peces el Dr. Felipe Eloy Sosa Cordero, investigador del Colegio de la Frontera Sur y especialista en el estudio de pesquerías de la península de Yucatán. “Ahora, cuando un pescador encuentra una cherna es como sacarse la lotería”, añade, tanto por lo difícil que es toparse con un ejemplar de estos como por las ganancias que implica la captura. Una sola cherna puede alcanzar precios de alrededor de hasta 10,000 pesos mexicanos, me confía. Se aprovecha todo: cabeza, filete y hasta el buche, es decir, su vejiga natatoria —una botana muy valorada en el Caribe—, agrega Sosa Cordero.
Que estos gigantes marinos cada vez tengan menor presencia en las aguas de la península se debe a distintas razones: la