50 EMPRESARIOS MÁS ELEGANTES
Discreción, autenticidad, honestidad, excelencia, educación, cultura o equilibrio. Son los términos con los que los empresarios y empresarias que protagonizan esta lista asocian el concepto de elegancia, una de las soft skills más escasas en el liderazgo actual, y tristemente desfasada en tiempos de ruido y redes sociales. Ellos demuestran que el reposo, el trato exquisito con colaboradores y proveedores, o en sus palabras, “no creerse más que nadie, tener en cuenta a los demás, saber estar y pensar siempre en el de al lado”, hacen negocios más cercanos, existosos, bien valorados por sus clientes y que se distinguen por su personalidad.
Es una actitud en la vida que se manifiesta en las relaciones humanas y, cómo no, también en la forma de vestir, que no es más que otra seña de identidad. Y quizá el hecho de que muchas de las personas de empresa que han resultado elegidas por nuestro jurado experto se sorprendieron al saber que estaban en la lista sea la primera prueba de que la elegancia no está sólo en los detalles de una prenda, sino que se lleva por dentro.
Por esa razón, a todos ellos les hicimos esa misma pregunta: qué era lo que ellos entendían por elegancia. Las respuestas son variadas, y nada previsibles. Para algunos, incluso, la elegancia es una manera de ser y de vivir, una actitud. Entonces surge la siguiente cuestión: ¿elegante se nace o se hace? Y como siempre ocurre, hubo respuestas para todos los gustos. Para algunos, la elegancia es algo innato, que se tiene o no se tiene. Y punto. Pero también están aquellos que piensan y que defienden que la elegancia es algo que se puede aprender y desarrollar con el tiempo. Para ello, sólo hace falta un ingrediente que se resume en que la persona tenga inquietudes, aspiraciones o ambiciones.
No sabemos si nuestros protagonistas nacieron elegantes o han aprendido a serlo con el tiempo. Pero sí que tienen algo que nos cautiva. Aquí una celebración a la elegancia en el siglo XXI.
LEIVA
“La elegancia es Serge Geinsburg”
la elegancia tiene nombre propio, para Leiva, ese es Serge Gainsbourg. “Hay algo en las formas, en la palabra, en cómo le caían los trajes o cómo cruzaba las piernas al sentarse. Nunca fue especialmente agraciado, pero en su expresión y movimiento me fijo en la salida al escenario del artista, en ese paseíllo está todo. Tom Waits o Leonard Cohen siempre me hicieron soñar con sus trajes y sombreros saliendo a escena”. Y trajes y sombreros son, precisamente, las señas de identidad del artista. “Siempre me gustaron los trajes y el de la mafia siciliana. En esa mezcla hay algo que me encanta. Es verdad que los sombreros de ala ancha ya son parte de mí”.
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