En el recorrido por la alfombra roja, la moda es el centro de atención. Pero para una celebridad, no suele estar conectada con su mundo. La camaleónica actriz Jessica Chastain, en cambio, siente la moda como algo elemental: un auténtico placer, tanto un medio de autoexpresión como una oportunidad de crecimiento interior. La moda es como la música, dice. Es un arte que puede usar como herramienta. “Me hace sentir cosas distintas todo el tiempo, abre otras partes de mi ser”. Fue esta perspectiva y su exquisito porte –tan del Hollywood de antes como del de ahora– lo que hizo de Chastain la elección obvia para presentar diseños de todos los tiempos en el número aniversario de L’Officiel.
También ella tenía presentes los aniversarios durante su conversación con la revista, a pocos días de su regreso de Cannes, diez años después de su debut allí con , de Terrence Malick. “Mi carrera en el cine ya tiene diez años. Es impresionante”, dice. Y lo es, si se piensa que en un lapso relativamente breve ha logrado forjar una carrera rica e interesante como pocas. Para dar una idea de su rango actoral, solo hay que considerar los dos proyectos que se estrenan este mes: el film biográfico de Michael Showalter, , donde Chastain se transforma en la inspiradora evangelista acosada por los escándalos, y la adaptación de ( Ingmar Bergman, 1973) realizada por Hagai Levi para HBO, en la que se intercambian los roles de marido y