El mundo tiembla ante el triunfo talibán
PARÍS.- A los talibanes sólo les tomó cuatro meses y medio derrotar al ejército nacional afgano, adiestrado y armado por Estados Unidos a lo largo de dos décadas. Y el pasado domingo 15 entraron triunfalmente a la capital, Kabul.
Su victoria relámpago, que es también la del fundamentalismo islámico sobre la mayor potencia occidental, causó una onda de choque mundial y agudizó en particular la preocupación de los países fronterizos de Afganistán, pero también de Turquía, Rusia, India y Europa.
No es para menos.
Rodeado por China al noreste, Pakistán en el sureste, Irán al oeste y las repúblicas centroasiáticas de Turkmenistán, Uzbekistán y Tayikistán al norte; pequeño país montañoso de 646 mil kilómetros cuadrados y 37 millones de habitantes, Afganistán es considerado el “plexo solar” de la región, una metáfora casi poética para subrayar su importancia geopolítica entre Oriente y Occidente, entre Medio Oriente y Asia.
Sin esperar la caída del régimen presidido por Ashraf Ghani, que huyó a los Emiratos Árabes la mañana del domingo 15, China optó por oficializar los contactos que sostiene desde hace décadas con los talibanes, al acoger los pasados 27 y 28 de julio a una delegación de 15 cuadros del movimiento encabezados por el mulá Abdul Ghani Baradar, cofundador –junto con el mulá Omar– del movimiento de los “estudiantes religiosos”, traducción literal de la palabra pastún talibán.
“Nueva ruta de la seda”
A pesar de sus ideologías diametralmente opuestas, los dirigentes chinos y los talibanes llevan contactos políticos pragmáticos desde hace años. Sus relaciones empezaron durante la lucha de los muyahidines contra la Unión Soviética, con la que China llevaba pésimas relaciones en los ochenta, después de 11 años de ruptura total
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