UN ARCA DE NOÉ EN TU CUERPO
Noé es conocido como uno de los grandes profetas bíblicos. Según relata el libro del Génesis, gracias a su insistencia –y, para qué negarlo, a sus dotes de constructor de navíos– se salvaron todas las especies del planeta, que se pasaron 40 días navegando en un arca. Pero este profeta partía con una ventaja: sólo tenía que llevar animales; nunca se menciona al ecosistema que va con ellos -tundras, sabanas, estepas, montañas…-. Nada, sólo bestias.
Por otra parte, tú, en el interior y hasta en la superficie de tu cuerpo, tienes unos 100 billones de bacterias. Algunas desempeñan solas su tarea, otras necesitan compañeras para desarrollar su función -así se forma el ecosistema-, y juntas forman la tan conocida microbiota humana. El microbioma, por su parte, es un término más amplio que se refiere a la población total de estos bichos y su material genético.
El conocimiento del microbioma humano ha explotado en la última década, impulsado por los avances en y pruebas de ADN. La parte más importante de estos microorganismos habita nuestro sistema digestivo y tiene una conexión directa con el cerebro. De hecho, no sólo influyen en nuestro sistema digestivo, sino también en nuestro humor y en la capacidad –o incapacidad– de concentración y actúan como un sistema endocrino e inmune vinculado a decenas de enfermedades y trastornos –desde la obesidad o la diabetes hasta determinados tipos de cáncer, esclerosis, trastornos como el del espectro autista, asma y la gran mayoría de las enfermedades inflamatorias–. En pocas
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