Un chute de energía
La casa está cansada, lleva ya demasiados meses con un tute increíble: toda la familia dando vueltas por los pasillos; los amigos, que nos juntamos pero comiendo por siete; los sofás, trillados; y las ventanas, exhaustas de tanto abrir y cerrar. Agotadita, y se le nota. Pero, ojo, que esté cansada no significa que esté vieja, tan solo que necesita un par de tratamientos para resurgir espléndida cual ave fénix. Dejadme que os sugiera dos recursos con resultados visibles de inmediato. El primero: plantas, plantas, plantas... Nada da más frescor a un ambiente que dotarlo de grandes hojas verdes. El segundo: golpes de color vivo, pero vivo vivo. Por ejemplo –y lo vas a ver en este número–, una butaca verde lima, un cabecero turquesa o esmeralda, un diván morado o todas las paredes del dormitorio pintadas de azul tinta actúan como el mejor de los rejuvenecedores deco. Otra opción para los afortunados que dispongan de balcón, terraza, porche o cualquier otro espacio exterior es dejar las habitaciones un poco en barbecho, que reposen tranquilas para recobrar fuerzas mientras sus habitantes se lanzan –como un solo hombre– a decorar los exteriores, que en las próximas semanas van a vivir su momento de gloria. Llegan los largos desayunos de domingo al sol y las noches templadas charlando hasta las tantas en butacas comodísimas, ratos que son, sin duda alguna, la mejor dosis de energía para el alma.
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