Wonder VIKANDER
Te habías olvidado de la cita?», bromea Alicia Vikander (Suecia, 1988) en referencia a los diez minutos de retraso con los que comienza la entrevista vía Zoom por un problema con el wifi. Toda sonrisa, la actriz posee una belleza impresionante y una elegancia hipnótica (pintalabios discreto, blusa en tono crema, joyas originales), un equilibrado cóctel de clasicismo y actitud punk que la convierte en uno de los iconos actuales de la moda. Al hablar, se muestra directa y espontánea, lo que, en ocasiones, provoca cierta discordancia entre la suavidad de sus rasgos y el filo de sus mensajes, con esa ironía típicamente británica aprendida durante los siete años que pasó en Londres.
El currículum de Vikander es de los que impresionan: acumula más de 30 películas (15 de ellas como intérprete principal) y puede presumir del Oscar¿Vivir en Hollywood? Ni se lo plantea. Su idea de cumplir el sueño americano se esfumó una década atrás, después de una etapa de varios meses con residencia en Nueva York. Ella y su marido, el actor Michael Fassbender, se instalaron cerca de Lisboa en 2017. Una luz mágica baña el salón de su apartamento, y, desde mi pantalla, observo al fondo los azules del cielo y el mar entremezclados. El confinamiento le ha permitido consagrarse a aquello para lo que nunca había tenido tiempo: la jardinería, la cocina y la lectura. Sin embargo, como la mujer inquieta que es, desea volver al trabajo. No olvidemos que está acostumbrada a encadenar dos o tres largometrajes al año y que su carácter intrépido la empujó a cruzar en coche Francia y España para volver a Portugal al reabrirse las fronteras.
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