CARTA DEL DIRECTOR COLABORADORES
, soy por naturaleza equilibrado. Virtud o defecto, quién sabe, pero debo reconocer que soy de aquellos que siempre tratan de de ver las dos caras de la famosa moneda. Y tal vez por esa manía inconsciente de hacerlo, esta tarde calurosa en nuestra Ciudad de México, releyendo algunos de los textos de esta edición de Esquire antes de enviarla a impresión, en dos de ellos encontré pensamientos en apariencia antagónicos, pero ambos por demás una sentencia que retomamos, más vigente que nunca. ¿Debemos ser optimistas o pesimistas? ¿Optimistas apasionados o pesimistas irreconciliables? En la otra orilla, y en un texto que es una delicia leer (como todos los suyos), el querido Julio Patán nos dice en su columna: “Pesimismo, te abrazo. E, insisto, creo que hago bien en abrazarlo. El pesimismo es sano, por principio de cuentas, en la política. Muy sano”. Gocen de ambos textos y de todo lo que en este número preparamos para ustedes.
Estás leyendo una previsualización, suscríbete para leer más.
Comienza tus 30 días gratuitos