Un rinconcito de paz
manecer en este pueblito mágico se siente tal y como describe el poeta y escritor guanajuatense, Efraín Huerta: “Como un horizonte broncíneo con flechadora alba”, donde las primeras horas del día son las más frías debido a la niebla que baja de las colinas, bañando de esplendor los techos marrones del lugar. Al paisaje se suma el canto de aves y el alegre repique de campanas de la parroquia de San Miguel Arcángel, que anuncia con fuerza que la, ya que en el fondo los que hemos tenido la fortuna de visitarlo quisiéramos llevarnos a casa un pedacito de su inmensa paz ancestral. Enamórate de su encanto.
