Punto de partido
oody Allen se desdobla. En sus películas dirige a los actores y, frente a la (Ed. Alianza), Woody Allen se escinde. El libro de sus memorias, que en Estados Unidos la editorial Hachette rechazó tras las protestas de sus empleados, sirve como frontón y como espejo. Por la mitad de sus páginas, el director devuelve a Mia Farrow, exnovia ochentera, las acusaciones de abusos sexuales que, asegura, logró implantar en los recuerdos de su hija Dylan. Agradece el apoyo de Javier Bardem y delata a Timothée Chalamet, joven capitán de las sardinas. Por la otra mitad, Allen se refleja. El director de agujerea recuerdos y manías hipocondríacas con su humor rápido y enrevesado. Solo se arrepiente, escribe, de no haber dirigido jamás una gran película.
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