LA ISLA MISTERIOSA
Aterrizar en el aeropuerto de Funchal –quizá en un vuelo de Tap Air Portugal tras un stopover en Lisboa– sube el ritmo cardiaco: su pista de aterrizaje es una de las más complejas del globo. A partir de ese momento, solo te esperan sensaciones igual de excitantes.
POR LAS NUBES
La caprichosa orografía de Madeira, con montañas. Aunque hay senderos más extremos en la isla, el que conecta los picos más altos, Ruivo (1.862 m), De las Torres (1.851 m) y Do Arieiro (1.817 m), es el más deseado. En sus siete kilómetros se atraviesan túneles, se descubren paisajes que quitan el aliento y se pueden tocar las nubes. No hay que olvidar las famosas Levadas, un impresionante sistema de más de dos mil kilómetros de canales excavados en la roca que han servido durante siglos para distribuir el agua en la isla y que ahora es una grandiosa red de rutas de singular belleza.
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