PHILIP K. DICK UN PROFETA PARANOICO
En 1982, en la localidad californiana de Santa Ana, un paro cardíaco acababa con la vida del estadounidense de cincuenta y cuatro años Philip Kindred Dick, en concreto, el 2 de marzo, tres meses y medio antes del estreno de la película Blade Runner, basada en su novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?
Era el fin de un hombre cuya trayectoria personal había estado marcada por la muerte desde su nacimiento en Chicago: su madre daría a luz en 1928 a los mellizos Philip y Jane; esta moriría semanas después, aunque Dick diría absurdamente que había gozado de una infancia feliz a su lado —en una muestra en su confianza en los universos paralelos y la posibilidad de tener recuerdos en un subterfugio mental, que tanto se reflejaría en sus obras—, y en su lápida, además de incluir sus breves fechas, se grabaría el nombre del hermano, dejando un espacio vacío para rellenar los datos de su fallecimiento.
Semejante origen macabro y heterodoxo lo dice
Estás leyendo una previsualización, suscríbete para leer más.
Comienza tus 30 días gratuitos