Decon struyendo a Michael
A quellos nacidos en la era analógica conocimos a Michael Jackson en forma de vinilo. En el umbral de la convulsa pubertad, con las hormonas obstruyendo nuestros poros, nos inquietaba la imagen reluciente de ese rostro moreno desplegado en el arte del disco mostrando al afroamericano en traje blanco, con un halo de luz coronando su figura y destellos escapando por su melena rizada. Entre cómics, películas de terror y videojuegos, el embeleso con Jackson se consolidó a partir de videos musicales que ahora se celebran como revolucionarios y que abrieron la puerta a un fenómeno que hoy damos por hecho en el que si la música no es acompañada de visuales sofisticados, somos renuentes a dejarnos seducir por ella.
Para cuando esa generación MTv tuvo más conciencia como consumidor, la propuesta musical fuera el género musical dominante en los años 90 le hacía a Jackson lo que el viento a Juárez y mientras deslizaba sus pies hacia atrás en los escenarios mundiales, vestido como una versión del soldadito de , el nativo de Indiana caminaba por la luna de su estatus de superestrella convertido en leyenda viva, alguien que desafiaba todas las reglas atribuidas a la raza, al género y al legado musical con el que había iniciado su carrera, mezclando el , el blues y el jazz con el rock y el como nadie lo había hecho antes.
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