Jane Birkin Un valor inquebrantable
Hace 50 años, un orgasmo convertido en canción se situaba en el número 1 de la lista de éxitos de Reino Unido. Jane Birkin, gimiendo en pleno éxtasis, inmortalizaba con su resquebrajada voz uno de los más bellos y eróticos temas musicales del siglo XX. Y el mundo, dividido entre escandalizados y cachondos, se preguntaba quién era esa semidesconocida que lo hacía con Serge Gainsbourg, aquel compositor horrendo y outsider dieciocho años mayor que ella, en plena canción.
En 1966, Michelangelo Antonioni (), un aparente en el que un fotógrafo de moda descubre un crimen gracias a una serie de fotos instantáneas. Pero, entre medias, pasan cosas extrañas, como que dos modelos irrumpan en su casa, empiecen a probarse ropa y acaben jugando “a las peleas” cada vez más desnudas junto a un erecto David Hemmings. Una de ellas, teñida de rubio, era la británica Jane Birkin, de 20 años, y esa suerte de , que nada tenía que ver con el argumento, fue una pura provocación que la situó en el mapa.
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