STANLEY DONEN
La Academia de Hollywood le otorgó un premio honorario en 1998 por toda su carrera, pero se olvidaron citar a Stanley Donen en la sección del obituario de la última ceremonia de entrega de los Oscar.
Nacido en 1924 y fallecido el pasado 21 de febrero víctima de un ataque al corazón, Donen fue una pieza esencial para explicar la evolución del género musical, del que se había enamorado después de, protagonizada por Fred Astaire y Ginger Rogers, que consiguió abrir una ventana de optimismo en una infancia solitaria de niño judío víctima de los ataques antisemitas de sus compañeros de escuela. Después de ver bailar a Astaire en esa película, empezó a tomar lecciones de baile y a rodar películas en super-8 con una cámara que le compró su padre, gerente de una tienda de ropa. Estudió psicología, pero aconsejado por su madre se centró en sacar adelante su carrera como bailarín. Debutó como chico del coro en Broadway y más tarde empezó a trabajar como coreógrafo asistente de Gene Kelly, con quien a la postre colaboró en calidad de codirector. Hizo evolucionar el género musical en el cine sacándolo del estudio en (1949).
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